miércoles, 30 de octubre de 2013

Una humilde Opinel, pero una ultraligera de primera fila

Una navajita tras la que llevaba tiempo; pero nunca me molestaba en dar un paseo y comprarla. Hasta un día en el que, tras una mañana mala, decidí que merecía dar una vuelta y un regalito. Una sencilla Opinel Inoxidable del número 6, la más pequeña con virobloc.

En 28 gr, 7 cm de filo en acero sandvik 12c27, bloqueo de la hoja y mango de haya. Nadie más ofrece esto por 8 o 10 euros.

Le he hecho un pequeño apaño ya que no me gustan los mangos de la Opinel. No los entiendo, especialmente en las pequeñas. Tallado del mango a cuchillo, un poco de lijado, inmersión en aceite de Ikea para tablas de cocina y mi número 6 ya es cómoda. Nada especial, del estilo de su modelo 8 de jardinería.



Y se ha quedado en 26 gramos. En la competencia las hay levemente más ligeras, pero ninguna con 7 cm de hoja ni tan barata. Una ultraligera de primer orden y a eso viene destinada. Hay muchas cosas en las que no hay que gastar un pastón para lograr reducir el peso de la mochila.



Y enlazo una entrada en otro de mis blogs donde comparo varias opciones para una navaja ultraligera:  Navajas multiusos ultraligeras... y baratas.

miércoles, 10 de julio de 2013

Cómo preparar la comida deshidratada de acampada

Tras el artículo con mi deshidratador casero adaptado para usar en una calefacción, prometí poner cómo preparo este tipo de comida en mis caminatas. Este sistema está pensado para resultar ultraligero desde la propia comida, que habremos deshidratado, a la cocinilla con la que la preparamos. La idea es cargar lo mínimo y rehidratar en el sitio con agua potabilizada (yo llevo un simple cuentagotas con lejía).

Bueno, explico en qué consiste. Para la cacerola, se prepara uno mismo una cobertura aislante. Se hacen normalmente con protectores de parabrisas, procurando que tenga el plateado por los dos lados, pegados con cinta adhesiva de aluminio a poder ser. También un paravientos, que en este caso he hecho con un molde para pollos asados y dos clips, no se necesita más. Aquí estoy preparando un té en mi última escapada.

Se mete el preparado que hayamos hecho en la cacerola, se cubre de agua y se lleva a hervir. En este momento, en vez de seguir gastando alcohol, se retira del fuego sin destaparlo y se introduce en el aislante. De esta manera lo dejamos aislado, podemos apagar el hornillo y recuperar el alcohol sobrante. El invento del aislante viene a ser una caja de heno tradicional, pero modernizada y ligera (http://www.terra.org/categorias/articulos/el-calor-retenido-ahorro-energetico-en-la-cocina).


Se ahorra muchísimo combustible, y contando desayunos (té y copos de avena, o sea dos usos del hornillo), comida y cena, yo he estado 5 días por ahí y no llegué a usar ni medio litro de alcohol de quemar.


Aquí podemos ver una comida ya esperando dentro de la funda. Podemos ver el hornillo extremadamente simple: el quemador de lata ya tapado para ahorrar alcohol, un trípode de alambre y el paravientos de aluminio plegado.


El hornillo no tiene por qué ser muy sofisticado. En realidad, el simple culo de una lata vale, será lento, pero da igual. Lo más importante en este sistema para conservar alcohol son el paravientos y la funda aislante. El primero impide que el calor del hornillo se desaproveche y nos lo lleve el viento, además de calentar no solo a la base de la cacerola, sino los laterales del cazo. El segundo permite cocinar conservando el calor una vez llevado a hervor, y no manteniendo el fuego constante.

El aislante funciona muy bien. No se quema, pese a ser de plástico, y dura mucho tiempo. No solo sirve para rehidratar, también se llega a cocinar. Unos copos de avena o una pasta se pueden cocinar tranquilamente. Para algunos platos se puede intensificar el efecto envolviendo la cacerola con su funda en el forro polar o alguna prenda que no estemos usando (seguro que ya habéis hecho esto alguna vez para mantener una cacerola caliente con resultados sorprendentes). También se usa para las tazas, hacerles una pequeña funda permite que nuestras bebidas calientes, té, sopas, etc., lo estén hasta hasta el último sorbo, cosa que especialmente con frío se agradece mucho.

A veces se deja unos minutos hidratando antes de calentar, a veces se calienta todo directamente, dependiendo de lo complicada que sea la rehidratación, las carnes por ejemplo suelen necesitar remojo.

Y así es como se saca el máximo partido a la comida deshidratada para aligerar la mochila. Ahora, todo depende de los platos...

Aquí, unos sencillos fideos con carne y tomate, la comida que se estaba preparando en la anterior foto.


Hay gente que lo hace todavía más simple y usan el mismo sobre zip (uno de muy buena calidad) en el que llevan la comida para rehidratarla. Hacen una cobertura de aislante para la bolsa zip en vez de la cacerola y para rehidratar vierten el agua dentro, cierran la bolsa zip, la meten en el aislante y después comen directamente de ella.

domingo, 27 de enero de 2013

Comida deshidratada casera y secadero con radiador o estufa


La deshidratación es un método de conservación muy antiguo, muy fácil de llevar a cabo con métodos caseros. Podemos deshidratar cosas al sol, en aquellos sitios donde pegue fuerte, que en España nos sobra, colgadas o en bandejas, o en un secadero si pensamos que vale la pena fabricarlo. Hay miles de diseños en internet.


Al horno, si no nos merece la pena otro método, solo tardaremos unas cinco horas, a fuego muy bajo, unos 50-70 grados, en una bandeja, no rejilla. Puede ser necesario dejar la puerta abierta.

Antes de empezar el desecado, algunos vegetales se escaldan o "blanquean" primero, echándoles agua hirviendo durante un minuto y después fría; aunque este proceso no es imprescindible. Algunas cosas habrá que trocearlas para facilitar el proceso, otras serán suficientemente pequeñas. Para reconstituirlas solo hay que meterlas en agua, excepto algunos con los que no se puede, como pasas y grosellas. Las cosas cambian de color y pueden ponerse "feas", pero es normal. Muchos productos deshidratados comerciales tienen químicos añadidos para que conserven una apariencia más agradable.

¿Qué podemos deshidratar con estos métodos? Tenemos excelentes resultados con muchos productos, de hecho, muchos han pasado a tener la deshidratación como una manera popular de prepararlos: pensad en setas, tomates y muchas hierbas aromáticas. Casi todas las frutas sirven, normalmente debemos trocearlas a no ser que sean ya pequeñas: son excelentes manzanas, albaricoques, melocotones, uvas, grosellas, ciruelas, higos... Entre las hortalizas: guisantes, pimientos, judías, espárragos, maíz dulce, coles, calabacines, cebollas, ajos...

Con estas cosas deshidratadas, podemos llevar en nuestra mochila mucha comida que se conserva durante meses, y que es sana, deliciosa y da muchas posibilidades para preparar platos muy sabrosos. Unas bolsas zip, unas pocas setas y cebollas deshidratadas, una cucharada de aceite, un pedazo de queso, un vasito de arroz... y con un peso y espacio mínimos obtenemos para dos personas un risotto de setas para chuparse los dedos.

También se pueden deshidratar salsas y platos ya cocinados, en este caso habrá que ir probando cuáles dan buen resultado.

Combinemos lo deshidratado con frutos secos, nuestros españolísimos embutidos, que son también métodos de conservación (jamón, chorizo, cecina y hasta mojama...), legumbres, pasta, arroz, alguna lata de conserva... y el límite solo es la propia inventiva. Ahí fuera no hay por qué comer porquerías.

El secadero

Llevaba tiempo dándole vueltas a fabricarme un secadero para aprovechar todas esas horas de estufa que uso en el invierno. Os enseño el ingenio casero que llevaba tiempo pensando hacer y que ayer, por fin, me dio por emprender. Más barato, imposible.


Os sorprenderéis si probáis lo bien que quedan platos como una salsa boloñesa o una simple salsa de tomate. Con la comida deshidratada, además de las ventajas de conservación, el peso en la mochila se reduce al mínimo. La comida es una de las cosas que más peso añaden al equipaje. Solo hay que hidratar con el agua que consigamos por el camino.

Llevaba tiempo pensando en hacer así comida deshidratada en invierno, ya que el secadero solar no puede usarse. Viendo mi calefacción (en este caso una catalítica, pero basta con adaptar la idea a lo que se tenga), empecé a pensar que todo ese aire caliente que asciende se podía usar para secar alimentos. En este caso, al ser este tipo de calefacción, mejor no ausentarse con el sistema montado ante posibles incendios. Aunque ya he comprobado que no se recaliente excesivamente.

El principio es el de siempre: un circuito para que el aire caliente atraviese la caja secando poco a poco la comida. Entrada de aire en el lado opuesto a la salida. Aquí podéis ver la caja terminada, de aspecto muy cutre, lo confieso, no me llevó ni diez minutos. Digamos que es... un prototipo.


La salida de aire es sencillamente dejando la tapa entreabierta. Pero funciona muy bien. Si alguien quiere matarse más y hacerlo más bonito, en madera, fiambreras plásticas, etc.; pero así, al fin y al cabo, ya funciona que es lo que buscamos.

De soporte, unos alambres cruzados para sostener unas bandejas, y listo. Cada cual que use su solución, lo mío ha sido según los materiales disponibles. Ahora tengo solo una bandeja puesta, pero está hecha para dos.


Está tirado de fabricar. Basta una caja que no haya tenido cosas raras dentro que dejen olores o sustancias tóxicas, un poco de alambre o cuerda para hacer soportes para las bandejas, unos cortes para la entrada y salida de aire, unas bandejas de cartón y un poco de papel de aluminio. Y no gasta nada porque la calefacción va a estar puesta de todos modos.

Aquí podéis ver un guiso de carne picada que queda perfecto deshidratado: chile con carne. Como se ve, ya está seco, agrietado como un suelo árido.


Las cosas muy jugosas como esta receta, salsa de tomate, etc., se secan sobre papel de horno. Una vez secas se despegan del papel fácilmente y quedan listas para conservarlas en una bolsa zip, por ejemplo. Eso que veis son dos raciones bien abundantes, se reduce muchísimo el volumen.

Otro día os pongo la manera más práctica, ligera y económica de usar en marcha estas comidas deshidratadas.

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